y los cabellos se relacionan por el color, como por el color y la contextura en la tribu de los Mandanos. Existe tambien cierta conexion entre el color de la piel y el olor que despide. Si nos es permitido juzgar por analogía con nuestros animales domésticos, probablemente hay muchas modificaciones de estructura que en el hombre se relacionan tambien con el principio de la correlacion del desarrollo.
Hemos visto hasta aquí que las diferencias características que existen entre las razas humanas no pueden explicarse de una manera completamente satisfactoria por la accion directa de las condiciones de vida, ni por los efectos del uso contínuo de las partes, ni por el principio de la correlacion. Nos vemos, por lo tanto, precisados á investigar si las ligeras diferencias individuales á que está eminentemente sujeto el hombre, pueden haber sido conservadas y aumentadas durante un largo período, por seleccion natural. Pero al tratar de hacerlo nos encontramos con la grave objecion de que sólo las variaciones que son ventajosas se transmiten por seleccion natural, y, en tanto como de ello podemos juzgar (aunque siempre sujetos á error sobre este punto), ninguna de las diferencias externas entre las razas humanas presta á éstas servicio alguno directo ó especial. No es necesario decir que debemos exceptuar de esta ley las facultades intelectuales, morales y sociales; pero las diferencias en estas facultades han tenido poca ó ninguna influencia sobre los caracteres externos. La variabilidad de todas las diferencias características entre las razas de que acabamos de hablar indica igualmente que no puede atribuírseles mucha importancia, ya que si la hubieren tenido, hace mucho tiempo que estarian fijadas, conservadas, ó eliminadas. Bajo este punto de vista el hombre se asemeja mucho á esas