de las naciones que entran en competencia, es su grado de civilizacion. Hace algunos siglos Europa temia las incursiones de los bárbaros de Oriente; semejante temor hoy seria ridículo. Otro hecho más curioso ha observado M. Bagehot, y es el de que antiguamente los salvajes no desaparecian, como lo hacen en la actualidad, ante los pueblos mas civilizados; á haber sucedido así, los moralistas antiguos habrian dejado escritas algunas consideraciones sobre un acontecimiento semejante, pero en ningun autor de este período se encuentran lamentaciones sobre la desaparicion de los bárbaros.
Por más que la decadencia gradual y la final extincion de las razas humanas sea un problema oscuro, vemos ya que depende de causas que difieren segun las regiones y segun las épocas. En cuanto á dificultad es un problema parecido al que nos ofrece la extincion de uno de los animales más elevados—el caballo fósil, por ejemplo, que desapareció de la América del Sud, siendo despues reemplazado en el mismo país por innumerables manadas de caballos españoles. El natural de la Nueva Zelanda parece tener conciencia de este paralelismo, ya que compara su porvenir al de la rata indígena, que ha sido casi por completo exterminada por la rata europea. Pero la oscuridad que rodea al problema no debe parecemos impenetrable, mientras recordemos que el aumento de cada especie y de cada raza está constantemente amenazado por diversos obstáculos, de tal modo que si se añade á los comunes un obstáculo más ó sobreviene una causa de destruccion, por débil que sea, la raza disminuirá ostensiblemente en el número de sus individuos.
Formacion de las razas humanas.—Cuando encontramos una misma raza diseminada por una vastísima region, como la América, aunque distribuida en tribus distintas,