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carlos r. darwin.

la prole. Los monos nacen en un estado tan débil como nuestros propios hijos. El hombre difiere de la mujer por su estatura, su fuerza muscular, su vellosidad, etc., como tambien por su inteligencia, como sucede entre los dos sexos de muchos mamíferos. En una palabra, no puede darse mayor correspondencia que la que existe entre el hombre y los animales superiores, principalmente los monos antropomorfos, tanto en la conformacion general y la estructura elemental de los tejidos, como en la composicion química y la constitucion.

Desarrollo del embrion.—El hombre se desarrolla en un óvalo de cerca de dos centímetros de diámetro, que no difiere en ningun punto del que dá orígen á los demás animales. Con dificultad se puede distinguir el embrion humano mismo, en un período precoz, del de otros individuos del reino de los vertebrados. En este período las arterias terminan en las ramas arqueadas, como para llevar la sangre á branquias que no existen en los vertebrados superiores, por más que las hendiduras laterales del cuello persistan marcando su posicion anterior. Algo despues, cuando se han desarrollado las extremidades, como hace notar el célebre de Bäer, «las patas de los lagartos y mamíferos, las alas y patas de las aves, como las manos y los piés del hombre, todos derivan de una misma forma fundamental.» «Sólo, dice el profesor Huxley, en las últimas fases del desarrollo es cuando el nuevo sér humano presenta diferencias marcadas con el jóven mono, mientras este último se aleja por su elevacion del perro, tanto como el hombre se diferencia de él. Por extraordinaria que parezca esta asercion, está demostrada como verdadera.»

Despues de estas citas es inútil descender á más detalles para probar la gran semejanza que ofrece el embrion

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