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el orígen del hombre.

fundidos en lo antiguo los otros grupos más elevados.

Si se admite que los monos antropomorfos forman un sub-grupo natural, y el hombre se parece á ellos no sólo por todos los caracteres que tiene de comun con el grupo catirrino tomado en conjunto, si que tambien por otros rasgos particulares, tales como la falta de callosidades y de cola, y la apariencia general, podemos deducir que el hombre debe su orígen á algun antiguo miembro del sub-grupo antropomorfo. No es probable que sea un miembro de uno de los demás sub-grupos inferiores, el que en virtud de la ley de variacion análoga haya dado orígen á un sér de aspecto humano, semejante, bajo tantos puntos de vista, á los monos antropomorfos superiores. Comparado con la mayor parte de las formas que más se le parecen, vemos que es seguro que el hombre ha de haber pasado por una suma extraordinaria de modificaciones, refiriéndose principalmente al enorme desarrollo de su cerebro, y á su actitud vertical; pero, sin embargo, no debemos olvidar que el hombre «no es más que una de las diversas formas excepcionales de los primatos.»

Todo naturalista que admita el principio de evolucion, deberá conceder que las dos divisiones capitales de los simiodeos, los monos catirrinos y platirrinos, con sus sub-grupos, proceden de algun antecesor extraordinariamente remoto. Los primeros descendientes de este antepasado, antes de haber diferido considerablemente unos de otros, habrán seguido formando un grupo único natural, en el que, sin embargo, algunas de las especies ó géneros nacientes habrán ya podido empezar á indicar, por sus caracteres divergentes, los futuros rasgos distintivos de las divisiones catirrina y platirrina. Por lo tanto, los miembros de este antiguo grupo hipotético no habrian presentado en su denticion, ó en la estructura de