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carlos r. darwin.

añadirse además algunas leves diferencias. Ahora bien, es incontestable que por su denticion, por la conformacion de sus narices, y por algunas otras relaciones, el hombre pertenece á la division del antiguo mundo, ó catirrina; pero no tiene ningun otro carácter que le asemeje más á los platirrinos que á los catirrinos, exceptuando algunos puntos poco importantes y que parecen resultar de adaptaciones. Por consiguiente, seria contrario á toda probabilidad el suponer que alguna especie antigua del nuevo mundo haya producido al modificarse un sér de aspecto humano, presentando todos los caracteres distintivos de la division del antiguo mundo, y perdiendo al propio tiempo los suyos propios. No hay por lo tanto duda alguna de que el hombre es una ramificacion del tronco simio del antiguo mundo, y que, bajo el punto de vista genealógico, debe ser clasificado entre la division catirrina.

La mayor parte de los naturalistas han formado con los monos antropomorfos, como el gorila, el chimpanzé, el orangutan, y el hilobato, un sub-grupo distinto del resto de los monos del antiguo mundo. Gratiolet, basándose en la conformacion del cerebro, ha rechazado esta subdivision, que ha acabado por desaparecer. Conforme observa M. St.—G. Mivart, «el orangutan es una de las formas más particulares y más extraviadas que se encuentra en el órden.» Algunos naturalistas dividen los demás monos antropomorfos del antiguo continente en dos ó tres sub-grupos más reducidos, uno de cuyos tipos es el semnopithecus, con su estómago hinchado. Los bellos descubrimientos de M. Gaudres han demostrado que durante el período mioceno hubo en Atica una forma que enlazaba las de los semnopitecos con la de los macacos; lo que probablemente explica cómo han podido estar con-