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el orígen del hombre.

No debe pasar desapercibido que tan pronto como los antecesores del hombre llegaron á ser sociales (lo que probablemente fué muy pronto), el progreso de las facultades intelectuales habrá sido ayudado y modificado de una manera importante, de lo cual sólo encontramos vestigios en los animales inferiores, á saber, el principio de imitacion, junto con la razon y la experiencia. Los monos inclínanse sobremanera á la imitacion, lo propio que los salvajes más inferiores; y el solo hecho ya indicado de que pasado algun tiempo es imposible coger á un animal en un mismo sitio y con una misma clase de lazo, prueba que saben imitar sus precauciones recíprocas, aleccionados por la experiencia. Si en una tribu un hombre más sagaz inventaba un lazo ó una arma nueva, ó cualquier otro medio de ataque ó de defensa, el más simple interés, sin necesidad de un gran raciocinio, impulsaria á los demás individuos á imitar á aquel y de este modo todos se aprovecharian de ello. Debe tambien fortalecer en algun grado la inteligencia, la práctica habitual de cada nuevo arte. Si la nueva invencion era importante, la tribu aumentaria en número, se propagaria, y suplantaria á las demás. En una tribu que haya llegado por tal manera á ser más numerosa, habria siempre mayor probabilidad de que naciesen otros individuos superiores é inventivos. Trasmitiendo estos á sus hijos su superioridad mental seria algo mayor la citada probabilidad, y aun más seguramente en una tribu pequeña. Aun en el caso de que no dejasen hijos, sus parientes consanguíneos quedarian en la tribu. Todos los que se dedican á la cria de animales han visto que conservando y reproduciendo individuos de la familia del animal que, en el matadero, se ha visto ser más abundante en libras, se han obtenido productos que presentaban los caracteres deseados.