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carlos r. darwin.

Indudablemente el cerebro debe haber aumentado su volúmen, á medida que se han desarrollado por grados las diversas facultades mentales. Nadie duda, á lo que imagino, de que en el hombre el mayor tamaño del cerebro, relativamente al cuerpo, comparado con el que presenta en el gorila ó el orangutan, no se enlace íntimamente con sus cualidades mentales superiores. Hechos análogos encontramos en los insectos, entre los cuales las hormigas presentan ganglios cerebrales de una dimension extraordinaria, y son en todos los himenópteros mucho más grandes que en los órdenes ménos inteligentes, como los coleópteros. Por otra parte nadie supondrá que la inteligencia de dos animales, ó de dos hombres dados, pueda ser exactamente juzgada por la capacidad de su cráneo. Es cierto que una pequeñísima masa absoluta de sustancia nerviosa puede desarrollar una gran actividad; porque los instintos tan maravillosamente variados, las aptitudes mentales y las afecciones de las hormigas, de que todos hemos sido testigos, tienen su asiento en ganglios cerebrales que no llegan al tamaño de una cuarta parte de la cabeza de un pequeño alfiler. Bajo este último punto de vista, el cerebro de una hormiga es uno de los más admirables y sorprendentes átomos de materia que podamos imaginar, tal vez más aun que el mismo cerebro humano.

La opinion de que existe en el hombre alguna relacion íntima entre el tamaño del cerebro y el desarrollo de las facultades mentales, se fortalece por la comparacion de cráneos de razas salvajes y civilizadas, de los pueblos antiguos y modernos, y por la anología que existe en toda la série de los vertebrados. El doctor J. Bernard Davis ha probado con numerosas medidas exactas que el promedio de la capacidad interna del cerebro era de 92,3 pul-