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carlos r. darwin.

Hilobato en Asia, tienen, ó los pulgares muy pequeños y hasta rudimentarios, ó los dedos adheridos parcialmente entre sí, de manera que sus manos quedan convertidas en ganchos de prension.

No bien llegara algun antiguo miembro de la gran série de los Primatos (ó por un cambio en el modo de procurarse la subsistencia, ó en las condiciones del país habitado) á vivir ménos sobre los árboles y más en el suelo, su modo de andar habrá debido modificarse, pasando á ser, ó más completamente cuadrúpedo, ó bípedo. Los Cinocéfalos viven con preferencia en las regiones accidentadas y peñascosas, y sólo por necesidad trepan á los altos árboles; casi han adquirido el modo de andar del perro. Sólo el hombre ha pasado á ser bípedo, y creo que podemos ver, en parte, cómo ha adquirido su actitud vertical, que constituye una de las más notables diferencias entre él y los animales que más se le parecen. No hubiera alcanzado nunca el hombre su posicion dominante en el mundo sin el uso de sus manos, instrumentos tan admirablemente adecuados para obedecer su voluntad. Sir C. Bell ha insistido en el hecho de que «la mano suple todos los instrumentos, y por su correspondencia íntima con la inteligencia, le ha asegurado la dominacion universal.» Pero jamás hubieran conseguido las manos y los brazos ser órganos bastante perfectos para fabricar armas y arrojar piedras y lanzas con tino, mientras hubiesen continuado sirviendo solamente para la locomocion del cuerpo, y para soportar su peso, ó mientras estuviesen sólo particularmente dispuestas, como hemos visto, para permitirle vivir en los árboles. Por otra parte, un servicio tan rudo habria embotado el sentido del tacto, del que dependen esencialmente los usos delicados á que están apropiados los dedos. Estas solas causas bastarian