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carlos r. darwin.

El profesor Canestrini deduce del caso precitado y de otros muchos análogos la misma conclusion que nosotros. Entre otros ejemplos, presenta el siguiente: el hombre tiene el hueso frontal formado de una sola pieza, pero en el embrion, el de los hombres como el de casi todos los mamíferos inferiores se compone de dos piezas separadas por una sutura visible. Esta persiste, en ciertas ocasiones, de una manera más ó ménos aparente, en el hombre adulto, más á menudo en los antiguos cráneos que en los recientes, y muy especialmente en los que pertenecen al tipo braquicéfalo, que Canestrini ha exhumado del terreno diluviano. Por este ejemplo, como por los que más adelante mencionaremos, parece que debemos ver la causa de la mayor afinidad que, en ciertos carácteres, presentan con los animales inferiores las antiguas razas, comparadas con las razas actuales, en el hecho de que estas últimas son, de todos los términos de la larga série de descendencias, las que más se alejan de los primeros antecesores semi-humanos.

Los dientes caninos del hombre son instrumentos de masticacion perfectamente eficaces. Pero, segun la observacion de Owen, su verdadero carácter de caninos «está indicado por la forma cónica de su corona, que termina en punta obtusa, es convexa en su exterior, y plana ó algo cónvoca en la cara interna que tiene en su base una ténue prominencia. Entre las razas Melanesias, y sobre todo en la Australiana, es donde se halla mejor representada la forma cónica. Los caninos están más profundamente implantados y con una raíz más fuerte que la de los incisivos. Sin embargo como el hombre no hace uso de los caninos á modo de arma especial para herir á sus enemigos ó á su presa, podemos considerarlos como rudimentarios, en lo que concierne á su funcion propia. En toda gran