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cap.
darwin: viaje del «beagle»

las islitas próximas. Aquí nos encontramos con una partida de cinco hombres de Caylen, «el fin de la Cristiandad», que con grandísimo riesgo habían cruzado en su miserable canoa-bote, con objeto de pescar, la mar extensa que separa Chiloe de Chonos. Estas islas han debido de ser, con toda probabilidad, pobladas en tan corto tiempo como las adyacentes a la costa de Chiloe.


La patata silvestre brota en estas islas con gran abundancia, en el suelo, arenoso y lleno de conchas, próximo a la playa. Las plantas más crecidas tenían cuatro pies de altura. Los tubérculos eran generalmente pequeños, pero hallé uno de forma oval que medía unos cinco centímetros de diámetro; se parecen en todo y tienen el mismo sabor que las patatas inglesas; pero una vez hervidas se contrajeron mucho, volviéndose acuosas e insípidas, aunque sin el mejor dejo de amargor. Indudablemente son aquí indígenas; se producen en toda la parte sur, según Mr. Low, hasta los 50° de latitud, y los indios salvajes de la región las llaman aquinas, denominación distinta de la que les dan los indios chilotanos o chilotes. El profesor Henslow, que ha examinado ejemplares secos llevados por mí a Inglaterra, dice que son lo mismo que las descritas por Mr. Sabine [1], procedentes de Valparaíso, pero que forman una variedad considerada por algunos botánicos como específicamente distinta. Es notable que se haya hallado esta planta misma en las estériles montañas de Chile Central, donde no cae una gota de agua en más de seis meses, y en el inte-


  1. Horticultural Transactions, vol. V, pág. 249. Mr. Caldcleugh envió a Inglaterra dos tubérculos, que bien abonados produjeron, aun en la primera cosecha, numerosas patatas y gran abundancia de hojas. Véase la interesante discusión de Humboldt sobre esta planta, que según parece no era conocida en Méjico, en el Polit. Essay on New Spain, lib. IV, cap. IX.