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cap.
darwin: viaje del «beagle»

A poco de habernos instalado en nuestra tienda llegó a reconocernos el hijo del gobernador, el cual, por extraño que parezca, venía descalzo. Viendo enarbolada la bandera inglesa en el tope de la yola, preguntó con la mayor indiferencia si había de ondear siempre en Chacao. En varios lugares se asombraron los habitantes de ver los botes, y esperaban que fueran los heraldos de una flota española encargada de conquistar la isla, sacándola de la dominación del gobierno patriota de Chile. Sin embargo, todas las autoridades habían recibido aviso de nuestra visita y nos trataron con toda cortesía. Mientras comíamos vino a vernos el gobernador, que había sido teniente coronel al servicio de España, y ahora se hallaba en extrema pobreza. Nos trajo de regalo dos carneros, y aceptó, en reciprocidad, dos pañuelos de algodón, algunos objetos de bisutería y un poco de tabaco.


25 de noviembre.—Llueve a torrentes; sin embargo, hemos logrado costear la isla hasta Huapi-lenou. Toda esta parte oriental de Chiloe presenta el mismo aspecto; es una llanura cortada por valles y dividida en islitas, y en general está cubierta de una selva densísima e impenetrable, de un color verde obscuro. En las márgenes hay algunos espacios desmontados alrededor de las viviendas, que son notables por sus altas techumbres.


26 de noviembre.—El día ha amanecido claro y espléndido. El volcán de Osorno vomita bocanadas de humo. Esta bellísima montaña, de forma perfectamente cónica, y envuelta en blanco manto de nieve, se alza frente a la Cordillera. Otro gran volcán, cuya cima tiene la forma de una silla de montar, lanzaba también de su inmenso cráter pequeños chorros de vapor. Después vimos otro elevado pico, «el célebre Corcovado». De modo que desde el mismo punto de