Página:Charles Darwin - Diario del viaje de un naturalista alrededor del mundo - Tomo II.djvu/366

Esta página ha sido corregida
346
cap.
darwin: viaje del «beagle»

por grabarlas en mi mente de un modo indeleble, porque me asaltó en aquellos momentos el temor de que tarde o temprano había de borrárseme su recuerdo. Las formas de los naranjos, de los cocoteros, de las palmas, del mango, del helecho arbóreo y del banano persistirán en mi memoria claras y distintas; pero las incontables bellezas que las unen, formando un conjunto perfecto, forzosamente han de palidecer y desvanecerse. Sin embargo, siempre quedarán las líneas borrosas de un cuadro repleto de bellísimas formas, a semejanza de un cuento de hadas de la niñez.


6 de agosto.—Por la tarde salimos a alta mar, con intención de navegar directamente a las islas de Cabo Verde. Por desgracia, vientos desfavorables nos retrasaron, y el 12 hubimos de arribar a Pernambuco, importante ciudad de la costa del Brasil, situada a los 8° de latitud Sur. Anclamos fuera del arrecife; pero poco después vino un práctico a bordo y nos condujo al interior del puerto, muy cerca de la ciudad.

Pernambuco se alza sobre algunos estrechos y bajos bancos de arena, separados entre sí por canales someros de agua salada. Las tres partes de la ciudad se relacionan unas con otras por dos largos puentes, construídos sobre pilotes de madera. La ciudad es por todas partes desagradable, con sus calles estrechas, sucias y mal pavimentadas, y las casas son altas y sombrías. La estación de las grandes lluvias apenas había terminado, y, a consecuencia de ello, el terreno de los alrededores, muy poco elevado sobre el nivel del mar, estaba enteramente anegado; de modo que fracasaron todas mis tentativas de dar largos paseos.

La llanura pantanosa en que está situado Pernambuco [1] tiene a la distancia de pocas millas un semi-


  1. Con este nombre se designa en Europa a la capital, Arrecife, del Estado de Pernambuco.—N. del T.