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de la isla mauricio a inglaterra

nariamente se trajeron para acabar con las ratas y ratones, se han propagado hasta convertirse en una verdadera plaga. La isla carece enteramente de árboles, siendo en éste y otros particulares muy inferior a Santa Elena.

Una de mis excursiones me llevó hacia la extremidad sudoeste de la isla. El día era despejado y caluroso, y me pareció ver la isla, no sonriente de belleza, sino atónita de su desnuda fealdad. Las corrientes de lava están cubiertas de mogotes, presentando una escabrosidad que, geológicamente hablando, no tenía fácil explicación. Los espacios intermedios quedan ocultos bajo capas de piedra pómez, cenizas y toba volcánica. Mientras desde el extremo de la isla me encaminaba al mar, vi el terreno moteado de unas manchas blancas, cuyo origen y naturaleza no acertaba a explicarme; después averigüé que eran aves marinas entregadas al sueño en la plena confianza de que ni aun en la mitad del día habría nadie que se acercase a molestarlas. Estas aves fueron las únicas criaturas vivas que vi durante toda la jornada. En la costa, no obstante soplar una brisa suave, el mar alborotado se estrellaba contra las hendidas rocas de lava.

La geología de esta isla es interesante por muchos conceptos. En varios sitios encontré bombas volcánicas, esto es, masas de lava que, habiendo sido lanzadas al aire en estado flúido, tomaron, consiguientemente, la forma esférica o piriforme. No solamente su forma externa, sino su interna estructura, en muchos casos, muestran de cuán curiosa manera han podido girar en su curso aéreo. El núcleo es groseramente celular, decreciendo las celdas en tamaño hacia el exterior; dicho núcleo está encerrado en una envoltura parecida al casco de una granada, que tiene un tercio de pulgada de grueso, y se halla cubierta a la vez por una costra exterior de lava porosa con minúsculas oquedades. Tengo casi por indudable que las fases por que ha