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chile central

este valle; de modo que nos vimos obligados a pasar la corriente a caballo. Por cierto que nada tenía de agradable, pues el agua, aunque poco profunda, se precipita, espumosa, con tal rapidez sobre un lecho de cantos rodados, que la cabeza se trastorna, siendo difícil percibir si la cabalgadura se mueve o no. En verano, al fundirse las nieves, los torrentes son absolutamente infranqueables, y de su impetuosa furia daban testimonio las señales que habían dejado. Llegamos a los baños por la tarde, y nos estuvimos en ellos cinco días, pues en los dos últimos nos impidió salir una lluvia persistente y copiosa. No hay otros edificios que unos cuantos cobertizos dispuestas en cuadro, con una mesa y un banco cada uno por todo moblaje. Están situados en un estrecho y profundo valle, pegando con la Cordillera central. Es un sitio solitario y tranquilo, no desprovisto de salvaje belleza.

Las fuentes minerales de Cauquenes brotan en una línea de dislocación que cruza una masa de roca estratificada, cuyo conjunto denota la acción del calor. Una considerable cantidad de gases se está continuamente escapando por los mismos orificios que el agua. Aunque los manantiales sólo están separados por algunos metros, tienen diferentes temperaturas, lo cual parece provenir de mezclarse el agua fría en cantidades desiguales, porque los menos calientes apenas tienen valor mineral. Después del gran terremoto de 1822 las fuentes dejaron de manar por espacio de casi un año. El terremoto de 1835 las afectó mucho, pues su temperatura bajó súbitamente de 47°, 7 a 33°,3 [1]. Parece probable que las aguas minerales procedentes de las entrañas de la tierra sufran mayor alteración con los trastornos subterráneos que las más cercanas a la superficie. El encargado de los baños me aseguró que en verano el agua es más cálida y abundante que


  1. Caleceleugh, en Philosoph. Transact, 1836.
Darwin: Viaje.—T. II.
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