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de la isla mauricio a inglaterra

cia de sus extraños ritos religiosos, no era posible igualarlos con los miserables deportados de Nueva Gales del Sur.


1 de mayo, domingo.—He paseado tranquilamente a lo largo de la costa hasta el norte de la ciudad. La llanura en esta parte permanece inculta casi del todo y está formada por un campo de lava negra alfombrado de hierbajos y arbustos; estos últimos, pertenecientes en su mayor parte a las mimosas. El paisaje presenta un carácter intermedio entre el de los Galápagos y el de Tahiti; pero con este dato pocas personas formarían de él una idea bien definida. Es una región realmente deliciosa, pero sin los encantos de Tahiti o la grandeza del Brasil. Al día siguiente subí a La Pouce, montaña así llamada por un pico en forma de pulgar y que se eleva muy cerca de la ciudad, a la altura de 780 metros. El centro de la isla se compone de una gran plataforma rodeada de antiguas montañas basálticas rotas por numerosas hendeduras y cuyos estratos descienden en dirección al mar. La plataforma central, de que hablo, ha sido formada por corrientes de lava relativamente recientes, y se extiende a modo de óvalo gigantesco, cuyo eje menor mide 13 millas geográficas. Las montañas que la limitan exteriormente pertenecen a la clase de estructuras llamadas cráteres de elevación, los cuales se supone haber sido formados no como los cráteres ordinarios, sino por un grande y repentino levantamiento. Este modo de ver me parece que tiene en contra objeciones insuperables; por otra parte, apenas puedo creer, en éste y algunos otros casos, que tales montañas crateriformes marginales se reduzcan meramente a restos básicos de volcanes inmensos cuyas cimas fueron arrancadas y lanzadas a enormes distancias por violentas erupciones o engullidas en abismos subterráneos.

Desde nuestra elevada posición disfrutábamos una