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cap.
darwin: viaje del «beagle»

biera aumentar sin límite su espesor, de no haber sido aducidas pruebas de su destrucción fortuita. Hemos, pues, trazado la historia de estos grandes anillos de roca coralina desde su primer origen, siguiendo sus cambios normales y accidentes varios de su existencia, hasta terminar con su muerte y obliteración final.

En mi libro sobre las Formaciones de coral he publicado un mapa, en el que he coloreado de azul obscuro todos los atolls; de azul pálido, los arrecifes-barrera, y de rojo, los arrecifes franjeantes. Estos últimos se han formado mientras la tierra permanecía estacionaria, o, según demuestra la presencia frecuente de restos orgánicos a ciertas alturas, durante un período de elevación lenta; los atolls y arrecifes-barrera, por otra parte, han crecido en sentido ascendente, mientras se efectuaba el movimiento directamente opuesto de sumersión, que debe haber sido muy gradual, y en el caso de los atolls, tan vasto en magnitud, que ha sepultado todas las cimas de las montañas en amplias extensiones oceánicas. Ahora bien: en este mapa vemos que los arrecifes teñidos de azul obscuro y pálido, según mi teoría producidos por un movimiento del mismo orden, se hallan, por regla general, situados manifiestamente unos cerca de otros. Además, vemos que las áreas comprendidas por las dos tintas azules son de gran extensión y están separadas de grandes líneas de costa coloreadas de rojo, circunstancias ambas que podrían haberse inferido sin esfuerzo partiendo de la teoría de que la naturaleza de los arrecifes ha sido dirigida por la índole especial de los movimientos terrestres. Merece notarse que, en más de un caso, donde se aproximan círculos aislados, rojos y azules, puedo demostrar que ha habido oscilaciones de nivel; porque en tales casos los círculos rojos o franjeados se componen de atolls formados primeramente, según mi teoría, durante la su-