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islas keeling

costa oeste, apenas cabe creer que pudiera haberse depositado así un banco rectilíneo frente a una isla elevada, y a tanta distancia de su terminación en el mar libre. Por último, si fijamos la atención en otras islas oceánicas de altura aproximadamente iguales y análoga constitución geológica, pero no rodeadas de arrecifes de coral, en vano buscaremos en torno de ellas una profundidad tan insignificante como la de 30 brazas, como no sea muy cerca de sus costas. ¿Sobre qué descansan—repito—estos arrecifes-barrera? ¿Por qué se apartan tanto de la tierra circundada, mediante la interposición de sus profundos y anchurosos canales en forma de foso? Pronto veremos cuán fácilmente se desvanecen estas dificultades.

Pasemos ahora a nuestra tercera clase de arrecifes, esto es, franjeantes, que requerirán una descripción muy breve. Donde la tierra desciende bruscamente bajo el agua, dichos arrecifes tienen sólo algunos metros de anchura, formando una mera cinta o franja en torno de las costas; diversamente, donde la tierra desciende suavemente dentro del mar, el arrecife se extiende más, a veces hasta una milla de tierra; pero en tales casos los sondeos en la parte exterior del arrecife muestran siempre que la prolongación submarina de la tierra tiene una inclinación suave. De hecho, los arrecifes se extienden sólo a la distancia de la costa a que se halla una base que se mantenga a la requerida profundidad de 20 ó 30 brazas. Por lo que hace al arrecife como tal, no hay diferencia que distinga esencialmente el de franja del de barrera o atoll; el primero, sin embargo, es por lo regular menos ancho, y, consiguientemente, son muy contadas las islas que en él se forman. A consecuencia de crecer los corales más vigorosamente por la parte exterior, y por los efectos nocivos del sedimento arrastrado al interior, el borde externo del arrecife es la parte más alta, y entre él y la tierra hay de ordinario un canal arenoso y somero, con