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cap.
darwin: viaje del «beagle»

el nivel del mar. Cuando el ganado fué conducido al valle del Wolgan por un sendero (que yo he bajado) en parte natural y en parte hecho por el dueño del terreno, no pudo volver a salir; porque este valle está por todas partes rodeado por cantiles perpendiculares, y ocho millas más abajo, desde una anchura de 800 metros que tiene en sus comienzos, se angosta en términos que es infranqueable para hombres o bestias. Sir T. Mitchell afirma que el gran valle del río Cox, con toda su red fluvial, se angosta, en su confluencia con el Nepean, en una garganta de 2.200 metros de anchura y casi 300 metros de profundidad. Podría añadir otros casos semejantes.


La primera impresión que sugiere el ver la correspondencia de los estratos horizontales en cada lado de estos valles y grandes depresiones en forma de anfiteatro, es que han sido excavadas, como otros valles, por la acción del agua; pero cuando se reflexiona sobre la cantidad enorme de piedra que en tal supuesto debería de haber sido acarreada a través de gargantas meras o escobios, es natural preguntarse cómo esos espacios tan angostos no se han cegado. Además, considerando la forma irregular en que los valles se ramifican y la de los promontorios, de exigua anchura, que desde la meseta avanzan hasta dentro de las hondonadas, la hipótesis anterior parece de todo punto improbable. Atribuir tales excavaciones a la acción aluvial de la época presente sería absurdo, y, por otra parte, el drenaje procedente de la meseta no siempre cae, como he observado cerca de Weatherboard, dentro de la cabecera de estos valles, sino en un lado de sus repliegues, en forma de bahía. Algunos colonos me dijeron que cuantas veces habían fijado la atención en los últimos y en los cantiles de sus dos lados, otras tantas les había chocado la semejanza que tenían con