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cap.
darwin: viaje del «beagle»

nado en el extremo septentrional de la isla las especies de Nueva Zelandia. En muchos puntos descubrí varias clases de maleza, que hube de reconocer como importadas de mi país, de igual modo que la rata. Cierta especie de puerro se había propagado por regiones enteras, resultando muy perjudicial; habíale importado un barco francés, vendiéndole como un favor. La acedera se halla también muy diseminada, y paréceme que ha de permanecer para siempre como testimonio de la granjería de un inglés, que vendió estas semillas por las de tabaco.

De regreso de nuestro agradable paseo comí con Mr. Williams, y después volví a la Bahía de Islas en un caballo que me prestaron. Me despedí de los misioneros con gracias por su amable hospitalidad y sentimientos del mayor respeto a su carácter caballeresco, honrado y servicial. Creo que con dificultad se hallaría un conjunto de hombres mejor preparados y más idóneos para la elevada misión que desempeñan.


Día de Navidad.—Dentro de pocos días se cumplirán cuatro años de nuestra ausencia de Inglaterra. Las primeras Navidades las pasamos en Plymouth; las segundas, en el abra de San Martín, cerca del Cabo de Hornos; las terceras, en Puerto Deseado, en Patagonia; las cuartas, anclados en puerto inhabitado de la península de Tres Montes; las quintas, aquí; y las siguientes, confío en la Providencia que ha de ser en Inglaterra. Asistimos al servicio divino en la capilla de Pahia; parte del servicio fué leído en inglés y parte en lengua indígena. Mientras permanecimos en Nueva Zelandia no oímos hablar de ningún acto reciente de canibalismo; pero Mr. Stokes halló esparcidos alrededor del sitio en que se había hecho una hoguera una porción de huesos humanos quemados, en un, islita inmediata al ancladero; mas tales restos de un regalado banquete estaban tal vez allí desde hacía varios