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cap.
darwin: viaje del «beagle»

Tanto sus personas como sus casas son sucias y repugnantes; no les entra en la cabeza la idea de lavarse el cuerpo ni el vestido. Vi a un jefe que llevaba una camisa negra y cubierta de manchas, y cuando le pregunté la razón de ello me respondió con sorpresa: «¿No ves que es vieja?> Algunos de los hombres tienen camisas; pero el vestido más común consiste en una o dos mantas grandes, de ordinario ennegrecidas por la suciedad, que se echan sobre los hombros en la forma más impropia y desgarbada. Algunos jefes principales tienen ternos decentes de hechura inglesa, pero sólo se los ponen en las grandes ocasiones.


23 de diciembre.—En un sitio llamado Waimate, a unas 15 millas de la Bahía de las Islas y a medio camino de la costa oriental a la occidental, los misioneros han comprado algunos terrenos con objeto de cultivarlos. Me habían recomendado al reverendo W. Williams, y éste, no bien le signifiqué mi deseo de verle, me contestó invitándome a visitarle en Waimate. Míster Bushby, el residente inglés, se brindó a llevarme en su bote por un riachuelo en el que podría ver una bonita cascada, acortando además la distancia. Asimismo me procuró un guía. Habiendo rogado a un jefe que le recomendara un hombre, se ofreció a ir él mismo; pero desconocía el valor de la moneda en tal grado, que después de preguntarme cuántas libras esterlinas le daría, acabó contentándose con dos dólares. Cuando le mostré un paquetito que debía llevarme, se negó rotundamente a hacerlo, y creyó absolutamente necesario tomar un esclavo para tal menester. Estos sentimientos de orgullo empiezan ya a desaparecer; pero


    mente elevadas, morales y religiosas. Su habilidad era extraordinaria en obras de madera. Con todo, practicaban el canibalismo.

    Acaso proceden, como los Rarotongas, de los polinesios emigrados de Samoa.—Nota de la edic. española.