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se hace una gran corta, y cuando los troncos están tendidos en el suelo se les desmocha el penacho de hojas. Inmediatamente empieza a fluir de él la savia, y sigue fluyendo por algunos meses; sin embargo, es necesario practicar todas las mañanas en la referida extremidad una cortadura, dejando al descubierto una nueva porción de superficie. Un buen ejemplar de estas palmeras da más de cuatro hectolitros de zumo, contenido en los vasos de un tronco en apariencia seco. Dícese que la savia fluye con mayor rapidez en los días de mucho sol, y que al cortar los troncos ha de cuidarse mucho de que caígan cabeza arriba hacia lo alto de la montaña, pues si sucede lo contrario apenas saldrá zumo. De modo que, contra lo que a primera vista pudiera creerse, la acción de la gravedad contraría en lugar de favorecer la salida de la savia. Esta se concentra por ebullición, y entonces se llama melaza, a la que se parece mucho en el gusto [1].

Desensillamos nuestros caballos junto a la fuente y nos dispusimos a pasar la noche. La tarde era hermosa, y la atmósfera tan clara, que podían distinguirse perfectamente, como líneas negras, los mástiles de los barcos anclados en la bahía de Valparaíso, a la distancia de unas 26 millas geográficas. Un barco velero que doblaba la punta parecía una manchita blanca. Grandes ponderaciones hace Anson, en su Viaje, de la distancia a que se descubren los navíos desde la costa; pero no estuvo suficientemente expresivo acerca de la altura del país y de la gran transparencia del aire.

La puesta del Sol fué espléndida; en tanto los valles obscurecían, los nevados picos de los Andes conser-


  1. Aun cuando Darwin no precise y sean varias las palmeras que pueden dar azúcar y líquidos fermentescibles, acaso es esta palmera la especie Jubæa spectabilis, que en Chile llaman coquito.—Nota de la edic. española.