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chile septentrional y perú

océano. Después de permanecer unos días en Potrero Seco proseguí mi viaje valle arriba hasta la casa de don Benito Cruz, para quien tenía una carta de recomendación. Le hallé sobremanera hospitalario; realmente es imposible hallar frases bastante expresivas para agradecer las bondades que suelen dispensarse a los viajeros en todas las partes de Sudamérica. Al día siguiente alquilé algunas mulas que me llevaron a la barranca de Jolquera, en la Cordillera central. La segunda noche el tiempo pareció anunciar una tormenta de nieve o lluvia, y mientras descansábamos en las camas preparadas en el suelo, sentimos un pequeño temblor de tierra.

La conexión entre los terremotos y el estado del tiempo ha sido discutida muchas veces; paréceme un punto de gran interés, que se halla muy poco dilucidado. Humboldt ha observado en una parte de la Narración personal [1] que sería difícil para todo el que haya residido largo tiempo en Nueva Andalucía [2] o en el bajo Perú negar que exista alguna relación entre estos fenómenos; en otros pasajes, sin embargo, parece tener por imaginaria dicha relación. En Guayaquil se dice que una tormenta en la estación seca va invariablemente seguida por un terremoto. En el norte de Chile, a causa de la infrecuencia extrema de las lluvias, y hasta del tiempo que las anuncie, la probabilidad de coincidencias accidentales es muy pequeña; a


  1. Vol. IV, pág. 11, y vol. II, pág. 217. En cuanto a las observaciones de Guayaquil, véase el Journal de Silliman, vol. XXIV, pág. 384. Por lo que se refiere a Tacna, lo dicho por Mr. Hamilton, Transactions of British Association, 1840. Respecto del Coseguina, a Mr. Calcleugh, en Phil. Trans., 1835. En la primera edición de esta obra recogí varias referencias acerca de las coincidencias entre los descensos bruscos del barómetro y los terremotos, y entre terremotos y meteoros.
  2. Denominación que llevaron antiguamente las provincias de Cumaná y Guayana.—N. del T.