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cap.
darwin: viaje del «beagle»

en que si la mula tropieza, el jinete caería despeñado en un profundo precipicio; pero hay pocas probabilidades de que tal suceda. No vacilo en afirmar que en primavera las laderas o caminos que cada año se forman de nuevo por los derrubios de detritus caídos son pésimos; mas, por lo que vi, no existe verdadero peligro. En cuanto a las mulas cargadas, el caso es muy distinto, porque las cargas sobresalen tanto del cuerpo de las bestias que, si por casualidad tropiezan una con otra, o con el saliente de cualquier roca, pierden el equilibrio y se despeñan en las simas. Al cruzar los ríos comprendo que la dificultad ha de ser grande; en esta estación no se tropieza con grandes obstáculos, pero en verano debe ser muy arriesgado. Me figuro perfectamente el distinto modo como ha de hablar de tales riesgos el que ha pasado la corriente y el que la está pasando aún, como hace notar Sir F. Head. No tengo noticia de que se haya ahogado ningún hombre, pero se dan casos frecuentes de ahogarse las mulas cargadas. El arriero advierte al turista que se debe señalar a la cabalgadura la mejor dirección y dejarla después que cruce el río como quiera; las muías cargadas suelen tomar un mal vado, y a consecuencia de ello se pierden.


4 de abril.—Desde el río de las Vacas al Puente de los Incas, medio día de jornada. En vista de que había pasto para las mulas y geología para mí, hicimos alto en el último de los lugares mencionados, para pasar la noche. Al oír hablar de un puente natural se figura uno alguna barranca profunda y angosta, al través de la cual ha caído una prolongada masa de roca, o un gran arco vaciado como la bóveda de una caverna. En lugar de esto, el Puente de los Incas se compone de una costra de cascajo estratificado y cementado por los depósitos que forman las fuentes termales vecinas. Su aspecto hace pensar en un hondo canal excavado