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paso de la cordillera

tancia colorante, y hallé que se componía de grupos de esferitas en cápsulas incoloras, cuyo diámetro era de una milésima de pulgada. El viento en la cresta del Peuquenes, como dejo dicho, es generalmente impetuoso y muy frío; se asegura que sopla constantemente del Oeste o del lado del Pacífico [1]. Como las observaciones se han hecho principalmente en verano, este viento debe ser una corriente superior de retorno. El pico de Tenerife, con menor elevación y situado a los 28° de latitud, penetra del mismo modo en una corriente superior de retorno. En un principio parece sorprendente que el alisio, a lo largo de las partes septentrionales de Chile y de la costa del Perú, sople en dirección tan orientada al Sur como lo hace; pero cuando se reflexiona que la Cordillera, al correr de Norte a Sur, intercepta como una gran muralla toda la parte inferior de las más bajas corrientes atmosféricas, puede comprenderse fácilmente que el alisio debe derivar hacia el Norte, siguiendo la línea montañosa hacia las regiones ecuatoriales, perdiendo así parte del movimiento oriental que adquiere a causa de la rotación de la Tierra. En Mendoza, al pie de la falda oriental de los Andes, el clima, según dicen, está sujeto a prolongadas calmas y a frecuentes, aunque falsos, amagos de tempestades lluviosas. Esto hace pensar que el viento procedente del segundo cuadrante, al tropezar con la cadena de montañas, se estanca y hace irregular en sus movimientos.

Después de cruzar el Peuquenes bajamos a una región montañosa intermedia entre las dos cadenas principales, e hicimos alto para pasar la noche. Ahora estábamos en la República de Mendoza. La altura no bajaba probablemente de 3.300 metros, y, como consecuencia, la vegetación era escasísima. Nos sirvió de


  1. El Dr. Gillies, en el Journal of Natural and Geographical Science, agosto 1830. Este autor da las alturas de los Pasos.