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río de janeiro

bra tan obscura. Ambos guardan en la vegetación de follaje perenne de estos climas la misma clase de relación que los laureles y acebos entre los árboles de hojas caedizas en Inglaterra. Puede observarse que las casas en los trópicos están rodeadas de las más bellas formas de vegetación, a causa de que muchas de ellas son a la vez utilísimas para el hombre. ¿Hay quien dude de que tales cualidades se reúnen en el bananero, cocotero, varias especies de palma, el naranjo y el árbol del pan?

En el día de hoy me ha impresionado de un modo especial una observación de Humboldt alusiva al «fino vapor que, sin mudar la transparencia del aire, hace más armoniosas sus tintas y suaviza sus efectos». Es un fenómeno que nunca he observado en las zonas templadas. La atmósfera, vista a través de cierto espacio, de uno a dos kilómetros, era perfectamente lúcida; pero a mayor distancia todos los colores se fundían en una bellísima bruma de un suave gris pálido ligeramente teñido de azul. Las condiciones del aire entre la mañana y alrededor del mediodía, cuando el efecto era más visible, habían cambiado poco, exceptuando el grado de sequedad. En el intervalo la diferencia entre el punto de saturación y la temperatura ambiente había crecido de 7,5 a 17 grados.

En otra ocasión salí temprano y caminé a pie hasta el monte Gavia. El aire era deliciosamente fresco y fragante y las gotas de rocío brillaban todavía en las hojas de las grandes plantas liliáceas que sombreaban los arroyuelos de agua clara. Era delicioso observar, sentado en un bloque de granito, los diversos insectos y aves según pasaban. Los colibríes parecen gustar especialmente de estos sombríos y retirados lugares. Siempre que veía a estas diminutas criaturas zumbar en torno de las flores, haciendo vibrar sus alas con tal rapidez que difícilmente son visibles, me acordaba de las mariposas esfinges: sus movimientos y costumbres

Darvin: Viaje.— T. I.
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