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cap.
darwin: viaje del «beagle»

de pasarle la mano por la cara. El hombre debió de creer, a lo que supongo, que yo estaba furioso e iba a pegarle, porque al momento, con aire asustado y medio cerrados los ojos, dejó caer las manos. Jamás olvidaré la sorpresa, disgusto y vergüenza que me causó ver a un hombrachón fornido aguardar en aquella posición humillante un bofetón que, según se figuró, pensaba yo descargarle. Este hombre había sido por la esclavitud arrastrado a degradación inferior a la del más indefenso animal.


18 de abril.—De regreso pasamos dos días en Socêgo, y los invertí en recoger insectos en el bosque. La mayoría de los árboles, aunque tan altos, sólo tienen de metro a metro y medio de circunferencia. Hay, por supuesto, alguno que otro de dimensiones mucho mayores. El señor Manuel estaba haciendo a la sazón una canoa de 21 metros de larga, utilizando al efecto un grueso tronco que en un principio midió 33 metros. El contraste formado por las palmeras que crecen en medio del arbolado ordinario nunca deja de dar a la escena un carácter intertropical. Los bosques aquí lucían como ornamento la palmera de cogollo [1], una de las especies más bonitas de esta familia. Con un tallo tan delgado que puede abrazarse con las dos manos, cimbrea su elegante copa a la altura de 12 ó 15 metros sobre el suelo. Las trepadoras leñosas, cubiertas a su vez por otras trepadoras, eran de extraordinario grosor, habiendo alguna que medía seis decímetros de circunferencia. Muchos árboles viejos presentaban un aspecto curiosísimo, a causa de las trenzas de una liana que pendía de sus ramas, semejando haces de heno. Si la vista pasaba desde el mundo del follaje superior al del que cubría el suelo era atraída por la extrema elegancia de las


  1. Oreodoxa oleracea.