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islas de cabo verde

Diodon pueda nadar; pero no sólo puede avanzar así en línea recta, sino también torcer a un lado o a otro. Este último movimiento lo efectúa solamente con ayuda de las aletas pectorales, quedando la cola caída y sin movimiento, Al flotar el cuerpo, a modo de boya, las aberturas branquiales permanecen fuera del agua, pero constantemente fluye a su través una corriente que ha entrado por la boca.

Cuando el pez había permanecido por breve tiempo en ese estado de distensión, generalmente expelía el aire y el agua con gran fuerza por las aberturas branquiales y la boca. También le era dable evacuar a voluntad cierta porción de agua, y por tanto parece probable que este líquido sea ingerido en parte para regular su peso específico. El Diodon, o pez orbe, de que hablo poseía varios medios de defensa. Podía dar un terrible mordisco y lanzar el agua por la boca a cierta distancia, al mismo tiempo que hacía un curioso ruido con el movimiento de sus mandíbulas. Al inflarse, las papilas que cubren la piel se ponen erectas y puntiagudas. Pero lo más singular es que cuando se le manosea segrega por la piel del abdomen una materia fibrosa de un bellísimo color carmín, que tiñe el marfil y el papel de un modo permanente, en términos de conservarse el tinte con todo su brillo hasta la fecha en que escribo estas líneas; desconozco enteramente la naturaleza y uso de esta secreción. Al Dr. Allán de Forres le he oído que ha encontrado con frecuencia un Diodon flotando vivo e inflado en el estómago de un tiburón, y que en varias ocasiones comprobó el hecho de haberse abierto camino devorando no sólo las membranas del estómago, sino los costados del monstruo, matándolo. ¿Quién hubiera podido creer que un pez tan pequeño y blando fuera capaz de dar muerte al enorme y feroz tiburón?