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cap.
darwin: viaje del «beagle»

reverberan con los rayos del Sol. No se las ve mas que dentro de los límites abarcados por las mareas, y como el riachuelo se desliza lentamente, la marejada debe suministrar la fuerza que pule las mencionadas rocas, como sucede en las cataratas de los grandes ríos. De un modo análogo, la subida y la bajada de la marea corresponde probablemente a las inundaciones periódicas; y así, se producen los mismos efectos en circunstancias al parecer diferentes y en realidad semejantes. Sin embargo, el origen de tales revestimientos de óxidos metálicos, que se presentan como adheridos a las rocas, no se comprende, y a mi juicio no hay razón alguna para explicar la permanencia inalterable de su delgadez.

Un día me entretuve en observar los hábitos del Diodon antennatus, que había sido pescado mientras nadaba cerca de la costa. Este pez, de piel lacia, posee, como es sabido, la singular propiedad de distenderse, tomando una forma aproximadamente esférica [1]. Después de haberle sacado del agua por breve tiempo y sumergídole otra vez, se advierte que el animal ha absorbido una gran cantidad de agua y aire por la boca y quizá también por los orificios branquiales. Este proceso se efectúa de dos modos: el aire es ingerido y forzado a entrar en la cavidad del cuerpo, impidiéndose la salida por una contracción muscular visible externamente; pero el agua entra en suave corriente por la boca, que permanece abierta de par en par e inmóvil; esta segunda acción debe, por tanto, depender de la succión. La piel de todo el abdomen está mucho más floja que la del dorso; de aquí que durante la inflación la superficie inferior se distienda más que la superior, y el pez, en consecuencia, flote panza arriba. Cuvier duda de que en esta posición el


  1. Por esta razón se le llama también pez globo y orbe.—N. del T.