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tierra del fuego

Las laderas de las montañas, excepto en la costa occidental, que es abierta, se hallan cubiertas desde el borde del agua por una gran selva. La línea del arbolado llega a una altura que varía entre 300 y 450 metros, a la que sucede una zona de turba con menudas plantas alpinas, y después sigue la región de las nieves perpetuas, la cual, según el capitán King, desciende en el estrecho de Magallanes a altitudes comprendidas entre 900 y 1.200 metros. Es rarísimo hallar una sola hectárea de tierra llana en todo el país. No recuerdo haber visto mas que una pequeña planicie cerca del Puerto del Hambre, y otra, de mayor extensión, no lejos de Goeree Road. En ambos lugares y en todo el resto, la superficie está cubierta de un lecho espeso de turba pantanosa. En el interior del bosque el suelo queda oculto por una masa de materia vegetal de lenta putrefacción, que, a causa de estar empapada de agua, se hunde al andar.

Viendo que era casi imposible seguir avanzando por el bosque, tomé la ribera de un torrente que bajaba de la montaña. En un principio, las cataratas y numerosos árboles muertos apenas me dejaban dar un paso; pero a poco el cauce se presentó más despejado, por haber quedado limpias sus márgenes con las avenidas. Continué avanzando lentamente durante una hora por la quebrada y rocosa ribera, y me vi ampliamente remunerado por la magnificencia del paisaje. La sombría profundidad de aquel barranco se concertaba con los universales signos de trastornos. En ambos lados yacían en revuelta confusión masas irregulares de roca y árboles arrancados; otros, que permanecían aún erguidos, estaban podridos hasta la medula y prontos a


    son, en el globo, las más ricas regiones en fiords. Puede consultarse Nordenskjold (O.), «Topographisch-geologische studien in Fjord-gebieten». (Bul. Geol. Instit. Univers. of Upsala, IV, 2, con cartas.)—Nota de la edic. española.