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tierra del fuego

trozo de carne y haciendo como que lo cortaban, en lugar de desgarrarlo.

Hasta ahora no he dicho nada de los fueguinos que teníamos a bordo. Durante el primer viaje del Adventure y el Beagle, en los años de 1826 al 1830, el capitán Fitz Roy se apoderó de unos cuantos naturales, reteniéndolos como rehenes por la pérdida de un bote que habían robado, con gran riesgo de unos cuantos oficiales ocupados en la topografía litoral; a varios de ellos, así como a un niño que compró por un botón de nácar, se los llevó consigo a Inglaterra con ánimo de educarlos e instruirlos en la religión a sus expensas. Restituir e instalar a estos fueguinos en su propio país fué uno de los principales motivos que indujeron al capitán Fitz Roy a emprender nuestro actual viaje, y antes que el Almirantazgo hubiera resuelto enviar esta expedición, dicho capitán había fletado, generosamente, un barco y los hubiera devuelto. Los fueguinos venían acompañados por un misionero, el Rdo. Matthews, y acerca de éste y aquéllos el capitán Fitz Roy ha publicado una completa y excelente Memoria. En un principio los prisioneros fueron dos hombres, uno de los cuales murió en Inglaterra de viruelas, un muchacho y una muchacha, y ahora teníamos a bordo al otro hombre, llamado York Minster; el muchacho, bautizado con el nombre de Jemmy Button (denominación alusiva a su precio de compra), y a la muchacha, designada con los nombres de Fuegia Basket. York Minster era bajo, grueso y forzudo, de carácter reservado, taciturno, cachazudo y violentamente apasionado cuando se excitaba; profesaba gran afecto a unos cuantos amigos de a bordo y era bastante despejado. Jemmy Button era el niño mimado de toda la tripulación, y como York Minster, bastante apasionado; la expresión de su rostro reflejaba la bondad de su índole: era alegre, reía a menudo y se compadecía de las desgracias ajenas; cuando, por estar el mar pi-