Página:Charles Darwin - Diario del viaje de un naturalista alrededor del mundo - Tomo I.djvu/311

Esta página ha sido corregida
ix
287
santa cruz, patagonia y las islas falkland

cionaré sólo un conjunto de hechos referentes a ciertos zoófitos en la división de esa clase de más elevada organización. Varios géneros (Flustra, Eschara, Cellaria, Crisia y otros) convienen en tener especiales órganos movibles (como los de la Flustra avicularia, hallada en los mares europeos) que van unidos a sus células. El órgano bucal y partes accesorias, en el mayor número de casos se parecían mucho a la cabeza de un buitre; pero la mandíbula inferior puede abrirse mucho más que en el pico de un pájaro. La cabeza misma es bastante movible, merced al juego de un cuello corto. En un zoófito, la cabeza misma estaba fija, pero libre la mandíbula inferior; en otro estaba reemplazada por una caperuza triangular provista de una válvula admirablemente ajustada, la cual correspondía evidentemente a la mandíbula. En el mayor número de especies, cada celda tenía una cabeza, pero en algunas cada célula tenía dos.

Las celdas jóvenes en la extremidad de las ramas de estas coralinas contienen pólipos no maduros; pero las cabezas vulturiformes que llevan adheridas, aunque pequeñas, son por todos conceptos perfectas. Cuando con una aguja se sacó el pólipo de alguna de las celdas, dichos órganos no parecían afectados en lo más


    metros de larga), por lo extraordinariamente numerosos que eran. Grupos de dos a cinco huevos (cuyo diámetro era de 0,00762 m.) se hallaban contenidos en su correspondiente capsulita esférica. Estas cápsulas estaban dispuestas en series transversales de doble espesor, formando una cinta, la cual se adhería por su borde a la roca en una espira oval. Una de las que hallé medía medio metro de longitud por 12 milímetros de ancha. Contando el número de cápsulas contenidas en una longitud de dos y medio milímetros, y la longitud de la cinta, hallé, en el cómputo más moderado, 600.000 huevos. A pesar de ello, esta Doris no era muy común, pues aunque las busqué muchas veces bajo de las piedras, sólo vi siete individuos. No hay falacia más generalizada entre los naturalistas que la de suponer que el número de individuos de una especie depende de su poder de propagación.