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cap.
darwin: viaje del «beagle»

fera contrarreste su gravedad. Pero, tras haber subido a la altura deseada, para mantenerse en ella, moviéndose en sentido horizontal (en cuyo caso el rozamiento del aire es escaso), debe necesitarse una fuerza muy pequeña. Podemos suponer que basta la producida por el movimiento del cuello y del cuerpo del cóndor. Como quiera que fuere, es verdaderamente admirable y hermoso ver a un ave tan corpulenta permanecer hora tras hora, sin el menor esfuerzo aparente, girando y deslizándose en la atmósfera sobre montes y ríos.


29 de abril.—Desde una altura hemos saludado con gozo las blancas cumbres de la Cordillera, que parecían asomar en aquel momento por entre su sombría envoltura de nubes. Durante unos cuantos días sucesivos continuamos avanzando lentamente, porque el curso del río era muy tortuoso y estaba obstruído por inmensos trozos de varias rocas antiguas, pizarrosas y de granito. La llanura que bordea el valle había alcanzado aquí una elevación aproximada de 300 y pico metros sobre el río, y su carácter había cambiado mucho. Los cantos rodados de pórfido aparecían mezclados con muchos e inmensos fragmentos angulares de basalto y de rocas primarias. El primero de esos bloques erráticos que noté distaba 67 millas de la montana más próxima; otro que medí tenía cinco metros cuadrados y sobresalía de la grava metro y medio. Sus bordes eran tan agudos y tan grande su tamaño, que en un principio lo confundí con una roca in situ y saqué mi brújula para determinar la dirección y buzamiento. La llanura no era tan perfectamente horizontal como la más próxima a la costa; mas con todo eso no presentaba señales de ningún trastorno violento. En estas circunstancias, creo de todo punto imposible explicar el transporte de esas masas gigantescas de roca a tantas millas de su origen mediante