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banda oriental y patagonia

el Sur hasta las islas próximas al cabo de Hornos. Generalmente vive en pequeños rebaños de 12 a 30 individuos; pero en las riberas de Santa Cruz vimos un rebaño que debía de contener lo menos 500.

De ordinario son extraordinariamente esquivos. Mr. Stokes me contó que un día había visto con un anteojo de largo alcance un rebaño de estos animales, que sin duda habían sido espantados y huían a todo correr, aunque la distancia era tan grande que no podía distinguirlos a simple vista. El cazador, con frecuencia es advertido de que hay guanacos en las cercanías por el peculiar relincho de alarma, que hacen oír a gran distancia. Si entonces mira con atención, probablemente verá el rebaño alineado junto a alguna colina distante. Al acercarse se oyen algunos chillidos más, y el grupo parte a galope en apariencia, lento, pero en realidad rápido, siguiendo alguna angosta ruta muy transitada, hasta alguna altura próxima. Pero si por casualidad encuentra de pronto uno o varios animales, generalmente todos los guanacos se pararán y permanecerán inmóviles, contemplándolos atentamente; después se alejan quizá algunos metros, dan la vuelta y vuelven a mirar. ¿Cuál es la causa de esta diferencia en su proceder? ¿Es que a distancia confunden al hombre con su principal enemigo, el puma? ¿O es que la curiosidad se sobrepone a su timidez? Que son curiosos, es indudable, porque si una persona se echa a tierra y hace algunos movimientos extraños, tales como ponerse con los pies en alto, los guanacos se acercan siempre a reconocerla. Es un artificio puesto en práctica repetidas veces con éxito por nuestros cazadores, con la ventaja, además, de permitirles disparar varios tiros, que formaron parte de la pantomima. En las montañas de la Tierra del Fuego he visto más de una vez un guanaco que al acercarme no sólo relinchaba y chillaba, sino que hacía corvetas y saltaba del modo más ridículo, como