Página:Charles Darwin - Diario del viaje de un naturalista alrededor del mundo - Tomo I.djvu/197

Esta página ha sido corregida
vi
173
de bahía blanca a buenos aires

do a echar follaje nuevo. Me encaminé a caballo a la casa de Mr. Lumb, comerciante inglés, a cuya cortesía y hospitalidad durante mi estancia en la región estoy agradecidísimo.

La ciudad de Buenos Aires es grande [2], y a mi juicio una de las de trazado más regular que hay en el mundo. Todas las calles se cortan en ángulo recto, y las paralelas equidistan unas de otras, estando las casas reunidas en bloques cuadrados de idénticas dimensiones, llamados cuadras. Además, las casas son paralelepípedos huecos, de modo que todas las habitaciones dan a un pulcro patio. Generalmente sólo tienen un piso, cubierto por un techo plano o azotea, provista de asientos, lugar muy frecuentado de los habitantes en verano. En el centro de la ciudad está la plaza, donde se levantan los edificios públicos, la fortaleza, catedral, etc. También aquí tenían sus palacios los antiguos virreyes antes de la revolución. El conjunto general de edificios posee una gran belleza arquitectónica, aunque ninguno de ellos sobresalga en este particular.

El gran corral, donde se encierran las reses destinadas al suministro de carne a la población, ofrece uno de los espectáculos más dignos de ser contemplados. La fuerza del caballo, comparada con la del toro, causa verdadero asombro; un jinete que haya echado el lazo a las astas de una res puede arrastrarla donde quiera. El animal, abriendo surcos en la tierra con las patas tendidas, se esfuerza en vano por resistir al tiro del caballo; generalmente, la víctima se lanza a toda velocidad por un lado; pero el caballo se vuelve al


  1. Buenos Aires tiene hoy—ochenta y ocho años después de la visita de Darwin—1.794.170 habitantes.
  2. Dícese que contiene 60.000 habitantes [1]. Montevideo, la segunda ciudad de importancia en las riberas del Plata, cuenta 15.000.