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cap.
darwin: viaje del «beagle»

polones, como los que el gallo común tiene en las patas. De igual modo que los nombres de otras aves, el del teru-tero es onomatopéyico, e imita el sonido que produce al cantar. Mientras se camina por las llanuras herbosas vese uno perseguido constantemente de estas aves, que parecen odiar a la Humanidad, y sin duda son ellas las merecedoras de odio por sus incesantes chillidos, tan monótonos como despreciables. Para el cazador son verdadera calamidad, porque con su aproximación le espantan todas las demás piezas; en cambio, tal vez favorezca al viajero, según dice Molina, previniéndole contra el salteador nocturno. Durante la época de la procreación intentan, a ejemplo de nuestros frailecillos, apartar de sus nidos a los perros y otros animales fingiéndose heridos. Los huevos del teru-tero gozan fama de ser exquisitos.


16 de septiembre.—Hemos caminado hasta la séptima posta al pie de la Sierra Tapalguen. La comarca era casi perfectamente horizontal, con una hierba tosca y un suelo blando y turboso. La choza o rancho de este puesto se distinguía por su pulcritud, pues su armazón de postes y traviesas se componía de haces de caña y tallos, procedentes, como en otros casos, de los cardos, los cuales estaban atados con tiras de cuero. El soporte de esta especie de columnas jónicas y el techo y las paredes se hallaban formados por zarzos también de cañas.

Se nos refirió un suceso al que no hubiera dado crédito a no haber tenido en parte pruebas oculares del mismo, y fué que durante la noche anterior habían caído piedras tan grandes como manzanas pequeñas y extremadamente duras, matando gran número de animales salvajes. Uno de los hombres había encontrado muertos y tendidos en tierra 13 ciervos (Cervus campestris), y yo mismo vi sus pieles, frescas aún; otro de los soldados del destacamento, a los pocos minutos