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cap.
darwin: viaje del «beagle»

que esto auguraba tempestad; pero los gauchos me explicaron que se debía a la humareda producida por un incendio en el interior. Después de un prolongado galope y de haber mudado de caballos dos veces llegamos al río Sauce; es una profunda, rápida y pequeña corriente, de unos siete metros de ancha. En sus márgenes se halla instalada la segunda posta del camino de Buenos Aires; un poco más arriba hay un vado para caballos, donde el agua no les llega al vientre; pero desde ese punto, en toda la longitud de su curso hasta el mar, no es vadeable de ningún modo, y de ahí que forme una utilísima barrera contra los indios.

Aunque esta corriente carece de importancia, el jesuíta Falconer, cuya información es de ordinario exactísima, la presenta como un río considerable que nace al pie de la Cordillera. Con respecto a sus fuentes, no dudo que así sea, porque los gauchos me aseguraron que a mediados del seco verano esta corriente tiene, al mismo tiempo con el Colorado, avenidas periódicas, lo cual sólo puede provenir de la fusión de la nieve en los Andes. Es por extremo improbable que una corriente tan pequeña como el Sauce atraviese toda la anchura del continente; y, por otra parte, si fuera el residuo de un gran río, sus aguas, como en otros casos bien probados, serían salinas. Durante el invierno, debemos considerar los manantiales que brotan en torno de Sierra Ventana como las fuentes de su pura y límpida corriente. Sospecho que las llanuras de Patagonia, como las de Australia, se hallan cruzadas por muchas corrientes que sólo en ciertos períodos llenan su peculiar misión. Probablemente este es el caso de las aguas que fluyen en la parte interior de Puerto Deseado, así como en el río Chupat, en cuyas riberas los oficiales empleados en los trabajos topográficos hallaron masas de escorias muy esponjosas.

Como era poco después de mediodía cuando llega-