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cap.
darwin: viaje del «beagle»

absorbida por la piel, pues se sabe que estos reptiles poseen un gran poder de absorción cutánea. En Maldonado hallé uno en un paraje casi tan seco como el de Bahía Blanca, y creyendo hacerle un gran bien le llevé a una charca; pero no solamente fué incapaz de nadar, sino que creo se hubiera ahogado muy pronto a no haberle ayudado a salir.

De lagartos había muchas clases; pero sólo una, el Proctotretus multimaculatus es notable por razón de sus costumbres. Vive sobre la desnuda arena, cerca de la costa, y a causa de su color moteado, escamas parduscas con manchitas blancas, piel amarillorrojiza y azulada, apenas puede distinguírsele de la superficie que le rodea. Cuando se le asusta intenta librarse del peligro fingiéndose muerto, para lo cual permanece inmóvil con las patas tendidas, el cuerpo aplastado y cerrados los ojos; si se continúa molestándole se entierra con gran rapidez en la arena suelta. Este lagarto no puede correr mucho, por impedírselo la forma aplastada de su cuerpo y la escasa longitud de sus patas.

Añadiré aquí unas cuantas observaciones sobre la invernación de los animales en esta parte de América del Sur. Cuando llegamos por vez primera a Bahía Blanca, en 7 de septiembre de 1832, creíamos que la Naturaleza apenas había otorgado vivientes a esta arenosa y seca región. Pero al cavar la tierra hallamos en un estado semiletárgico varios insectos, grandes arañas y algunos lacértidos. El 15 empezaron a aparecer algunos animales, y hacia el 18 (tres días antes del equinoccio) todo anunciaba el principio de la primavera. Las llanuras se adornaron con las flores de una acederilla de color rosa, guisantes silvestres, enoteras y geranios, y las aves emprendieron la puesta de sus huevos. Numerosos lamelicornios e insectos heterómeros, notables los últimos por sus cuerpos de hondas estrías y salientes resaltos, se arrastraban len-