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cap.
darwin: viaje del «beagle»

tura media del aire desciende por debajo del punto de congelación, y donde la tierra está helada tan completamente que el cadáver de cualquier animal sepultado en ella se conserva perfectamente. Con estos hechos a la vista debemos conceder, por lo menos en lo concerniente a la cantidad sola de vegetación, que los grandes cuadrúpedos de las últimas épocas terciarias pudieron en casi toda Europa y Asia del Norte haber vivido en los sitios donde se hallan ahora sus restos. No hablo aquí de la especie de vegetación necesaria para su sostenimiento, porque habiendo evidentes señales de cambios físicos y estando extinguidos los animales de referencia, podemos suponer que las especies de plantas han cambiado de igual modo.

Séame permitido añadir que estas observaciones se refieren directamente al caso de los animales de Siberia conservados en el hielo. La firme convicción de la necesidad de una vegetación de exuberancia tropical para alimentar animales tan enormes, y, por otra parte, la imposibilidad de conciliarla con la proximidad de la perpetua congelación, contribuyeron principalmente a que se inventaran varias teorías de súbitas revoluciones de clima y asoladores cataclismos, a fin de inventar su enterramiento. Muy lejos estoy de suponer que el clima no ha cambiado desde el período en que vivían los animales que hoy yacen sepultados en el hielo. Por el momento únicamente deseo hacer ver que, en lo relativo a la sola cantidad de alimentación, el antiguo rinoceronte pudo vagar por las estepas de la Siberia Central (ya que las regiones septentrionales estaban probablemente cubiertas por el agua) aun en las condiciones que hoy tienen, de igual modo que viven hoy en las llanuras o Karros de Sudáfrica los rinocerontes y elefantes contemporáneos.


Ahora describiré las costumbres de algunas de las más interesantes aves que abundan en las desiertas lla-