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He querido resumir estos hechos sangrientos, violentos, para que ustedes mediten que es cierto lo que he estado sosteniendo, que se ha querido y se quiere aprovechar y se aprovecha un conflicto con apariencia gremial, artificialmente levantado, con un móvil político evidente, y se acusa al Gobierno. Se unen personas que tienen tradición democrática con fascistas confesos, y se lanzan acusaciones en las radios, en la prensa. Y dirigentes políticos no trepidan en aseverar hechos que no han acaecido y en sostener cosas que nunca ocurrieron. Nos encontramos, inclusive, con que desde el punto de vista político el Partido Nacional lanza una acusación sediciosa al decir que el Gobierno está al margen de la Constitución, que es ilegítimo e ilegal, que por lo tanto toda resistencia al Gobierno está justificada.

He querido esta noche, con calma, pero al mismo tiempo con inquietud, hablarles a ustedes, compatriotas. Decirles lo que está aconteciendo. Hacerles ver que este es un eslabón de una larga cadena que comienza el mismo instante en que triunfáramos. Que por lo demás, no sólo comenzó el 4 de septiembre. Desde antes, desde siempre, se sostuvo con implacable terquedad que no podría llegar el pueblo al Gobierno. Y se mintió y se calumnió y se utilizaron expedientes tan despreciables que en el Congreso Nacional no sólo los militantes de la Unidad Popular sino de la propia Democracia Cristiana, condenaron la campaña del terror que se había desatado en las luchas electorales del 64 y el 70.

(SIGUE)