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En Santiago, con motivo de la tentativa de la marcha y la concentración de grupos políticos adversarios al Gobierno, hubo enfrentamiento y choques: 76 heridos, por suerte no graves, y un muerto a bala: El joven Da Silva, militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).

Los que estuvieron dentro de la Universidad de Chile —no quiero creer que intencionadamente— provocaron un incendio que pudo tener serias proporciones.

Se asaltó la Corporación de Obras Urbanas, con destrucción de material.

Hubo una destrucción total de los cristales de la UNCTAD, sobre todo del recinto del casino y 17 personas de las que ocupaban ese amplio local resultaron heridas al destruirse los cristales y caer pedazos de ellos en las mesas donde comían o almorzaban. El daño es superior a los 250 mil dólares. Pero el hecho en sí mismo demuestra un espíritu fascista inconcebible. Parece que la UNCTAD fuera para ellos el símbolo del esfuerzo creador de este Gobierno; el hecho de que en ese restorán se entreguen 6 mil a 8 mil raciones diarias a precios módicos los golpea muy fuertemente: el hecho de que sea una sala de la cultura, el centro de reunión de miles y miles de estudiantes, obreros, campesinos, intelectuales y artistas, les preocupa.

Y por eso intentaron primero penetrar por el subterráneo. Y por eso destruyeron todos los cristales del casino de la UNCTAD: barbarie, vandalismo que nunca había presenciado el país y que jamás realizan los auténticos trabajadores.

Hubo incidentes en Antofagasta. Apedrearon la Intendencia, hubo 14 detenidos.

(SIGUE)