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Ayer he tenido la oportunidad de dialogar con representantes de 19 de las zonales provinciales de la CUT. Ayer vinieron también los dirigentes nacionales de la Central Única de Trabajadores y lo hicieron la totalidad de los trabajadores de las zonales del Cobre. Qué satisfacción más profunda para mí que he depositado toda la confianza en los trabajadores, oírlos con qué conciencia, con qué voluntad patriótica, con qué decisión expusieron su voluntad acerada y dura de aumentar la producción, de luchar contra la especulación, de esforzarse más y más por consolidar la base de sustentación del Gobierno, elevando la conciencia política de hombres y mujeres que laboran en nuestro país.

Con una clase obrera con esa reciedumbre, con esa conciencia, con esa enaltecedora decisión de servir a Chile, uno puede estar tranquilo a pesar de la amenaza, a pesar de la mentira, a pesar de la calumnia, a pesar de la insolencia fascista, que ha apuntado en nuestra patria.

Es por ello que también quiero y pido excusas porque he prolongado más allá de lo que hubiera deseado esta exposición que ustedes que me oyen. Recuerden lo que ha estado sucediendo en estos días. Ya señalé lo acontecido en Rancagua, lo que significó la marcha, los incidentes acaecidos el día viernes en la mañana.

Puedo decirles a ustedes que ha habido heridos y un muerto. El día viernes, en Rancagua, elementos de Patria y Libertad, en su gran mayoría llegados de Santiago, desataron una ola de desórdenes, apedrearon los negocios céntricos que habían abierto sus puertas, e impidieron las clases en el Liceo de Niñas de esa ciudad.