Conocemos demasiado a los escritores, a los artistas, a los trabajadores, a los estudiantes norteamericanos. Hemos leído muchas veces a Paul Whitman. Sabemos el pensamiento de Washington, y sobre todo, el pensamiento de Lincoln, llamado el leñador, aquel que hiciera libre a su propia patria, que era media libre y media esclava. Por eso también es que con responsabilidad nuestro Gobierno ha mantenido y mantiene, a pesar de estas cosas, conversaciones con el Gobierno de Estados Unidos, para encontrar una solución a los diferendos presentados entre el Gobierno norteamericano y el Gobierno de Chile.
Por eso hemos dicho que si ha llegado el momento, acudiremos al Convenio de 1914 que establece que un Tribunal -que no tiene derechos de fallo, pero sí de sugerencias o resoluciones- debe, si es necesario, encarar estas diferencias o dificultades.
Con ello demostramos una vez más, el sentido responsable de nuestra actitud, al margen de todo sentido demagógico y oportunista. Con ello señalamos la confianza que tenemos en nuestra causa y en nuestros derechos, y con ello damos una vez más, una lección que este Gobierno revolucionario se atiene a los Tratados y Convenios y respeta los principios jurídicos, que este Gobierno revolucionario levanta en materia internacional, el respeto, a la autodeterminación, a la no intervención, y que cree en el diálogo entre los Gobiernos y los pueblos, para evitar el enfrentamiento o dificultades superiores.
Actuamos en el camino correcto de los que tienen la razón, y la justicia les pertenece; una lección más que damos siendo un país pequeño, en el marco de nuestra independencia y nuestra dignidad, (APLAUSOS)
Es conveniente meditar, aunque sea unos segundos, qué hay detrás de las acciones de las empresas transnacionales. Es la lucha entre los intereses de esas empresas y los intereses del pueblo chileno o de los pueblos pequeños, subdesarrollados, dependientes. ( APLAUSOS )