Bueno si eso le ocurre al país más poderoso del capitalismo industrial, que ha puesto fin a una guerra -por suerte porque el heroísmo del pueblo Vietnamita merece el reconocimiento y el respeto de la humanidad-; si ese país sufre el embate del proceso inflacionario, si ese país ve crujir parte de la solidez de su moneda ¿qué no ocurrirá en países dependientes en lo económico, como los países subdesarrollados, que tienen -por ejemplo- una deuda externa superior a los 75 millones de dólares, y que no pueden pagar?
¿Qué ocurrirá en esos países donde el intercambio comercial limita sus posibilidades, donde fronteras levantadas hacen imposible que puedan internar algunos productos de exportación?
¿Qué ocurrirá en esos países, en donde los fletes internacionales están manejados por grandes compañías? ¿Qué ocurrirá en países como los nuestros, en donde sufrimos como consecuencia de la depreciación del dólar y la demanda de alimentos, una baja extraordinaria en el precio de los alimentos?
Todo esto marca y señala una etapa histórica, en donde indiscutiblemente las basas del comercio capitalista están crujiendo, y en donde los países en vías de desarrollo ya lo hicieron presente. En el Perú, por ejemplo. Y yo lo hice presente en mi discurso inaugural de la Tercera UNCTAD. Estamos reclamando una presencia en el manejo monetario y una presencia auténtica en el comercio industrial.
¡Hasta cuándo nosotros vamos a pagar, como consecuencia de la guerra caliente, como consecuencia de la guerra fría, o como consecuencia de una aparente paz! Siempre somos el "pato de la boda". Países potencialmente ricos que vivimos como pobres. Países con un drama extraordinario porque los niveles de vivienda están por debajo del crecimiento vegetativo de la población; los niveles de educación, de alimentación, y de trabajo también.