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Por eso, al venir esta mañana a este acto, he querido reafirmar con mi presencia la importancia que él tiene: destacar el apoyo irrestricto que personalmente daré a iniciativas como esta. Reconocer a los dirigentes del Servicio y al colega Ipinza, que han hecho bien en plantear aquí el apoyo de la comunidad para una labor tan importante, de tan hondo sentido patriótico y nacional. Decirle al personal de este Servicio, que yo confió que ellos entenderán la gran misión que tienen y la obligación de cumplirla; y manifestarles que en estos momentos difíciles y duros, cuando desde fuera se nos ataca -y muchos niegan o no quieren entender que es así. En este mismo momento, antes de llegar aquí, estaba preocupado de una información. La Kennecott acaba de embargarnos en el puerto de Hamburgo, tres mil toneladas de cobre. La cantidad es importante, pero más importante es la repercusión que trae, desde el punto de vista comercial, como tantas veces lo he dicho.

Entre otras cosas, por eso fui a las Naciones Unidas, para usar el foro más importante del mundo y denunciar y acusar las maniobras tenebrosas que las grandes compañías transnacionales, concretamente la Kennecott y la ITT han realizado -y realizan- en contra de Chile.

Tenía la esperanza -y los que no quieren oírme aquí, cegados por la pasión política opositora- oyeran las palabras patrióticas, llenas de emoción de Chile pronunciara, (APLAUSOS) y que además interpretaban la realidad de muchos países de los distintos Continentes, de los países llamados No Alincados. Lamentablemente hay chilenos a los que ha dolido, inclusive, los representantes de los países, rompiendo con el tradicional protocolo y la medida con que reaccionan frente a los discursos, se hubiera puesto de pie no para aplaudirme a mi, queridos compañeros, sino para aplaudir la voz de un pueblo digno que reclama ante el mundo su derecho a ser dueño de su propio destino. (APLAUSOS)