Estas resoluciones serán, seguramente, materia de importante debate en la Segunda Comisión.
Sólo quiero citar aquí la categótica declaración de "que todo acto que impida o entrabe el ejercicio del derecho soberano de los países a disponer libremente de sus recursos naturales, constituye una agresión económica".
Y desde luego, los actos de la empresa Kenneccot contra Chile, son agresión económica; por lo tanto, acuerdan solicitar de sus Gobiernos, se suspenda con ella toda relación económica y comercial; que las disputas sobre indemnizaciones, en caso de nacionalización, son de exclusiva competencia de los Estados que las decretan.
Pero lo más significativo, es que acordó crear un mecanismo permanente de protección y solidaridad en relación al cobre. Ese mecanismo, junto al OPEC, que opera en el campo petrolero, es el gérmen de lo que debiera ser una organización de todos los países del Tercer Mundo, para proteger y defender la totalidad de sus productos básicos, tanto los mineros e hidrocarburos, como los agrícolas.
La gran mayoría de los países de Europa Occidental, desde el extremo norte con los países escandinavos, hasta el extremo sur con España, han seguido cooperando con Chile y nos ha significado su comprensión.
Por último, hemos visto con emoción la solidaridad de la clase trabajadora del mundo, expresada por sus grandes centrales sindicales; y manifestada en actos de hondo significado, como fue la negativa de los obreros portuarios de Le Havre y Rotterdam a descargar el cobre de Chile, cuyo pago ha sido, arbitraria e injustamente, embargado.