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En los mismos momentos que la ITT proponía ese plan, sus representantes simulaban negociar con mi Gobierno una fórmula para la adquisición, por el Estado chileno de la participación de ITT en la Compañía de Teléfonos de Chile. Desde los primeros días de mi Administración habíamos iniciado conversaciones para adquirir la empresa telefónica que controlaba la ITT, por razones de seguridad nacional.

Personalmente, recibí en dos oportunidades a altos ejecutivos de esta empresa. En las discusiones mi Gobierno actuaba de buena fé. La ITT, en cambio, se negaba a aceptar el pago de un precio fijado de acuerdo con una tasación de expertos internacionales. Ponía dificultades para una solución rápida y equitativa, mientras subterráneamente intentaba desencadenar una situación caótica en mi país.

La negativa de la ITT a aceptar un acuerdo directo, y el conocimiento de sus arteras maniobras, nos han obligado a enviar al Congreso un proyecto de ley de nacionalización.

La decisión del pueblo chileno de defender el régimen democrático y el progreso de la revolución; la lealtad de las Fuerzas Armadas hacia su Patria y sus leyes, han hecho fracasar estos siniestros intentos.

Señores Delegados: Yo acuso ante la Conciencia del mundo a la ITT, de pretender provocar en mi Patria una guerra civil. Esto es lo que nosotros calificamos de acción imperialista.

Chile está ahora ante un peligro cuya solución no depende solamente de la voluntad nacional, sino que de una vasta gama de elementos externos. Me estoy refiriendo a la acción emprendida por la Kannecott Copper. Acción que, como expreso la semana pasada el Ministro de Minas e Hidrocarburos del Perú en la reunión Ministerial del Consejo Internacional de Países Exportadores de Cobre (CIPEC) trae a la memoria del pueblo revolucionario del Perú un pasado de oprobio del que fuera protagonista la International Petroleum Coo., expulsada definitivamente del país por la revolución.

Nuestra Constitución establece que las disputas originadas por las nacionalizaciones deben ser resueltas por un tribunal que, como todos los de mi país, es independiente y soberano en sus decisiones. La Kennecott Copper acepto esta jurisdicción y durante un año litigo ante este Tribunal. Su apelación fue denegada y entonces,

SIGUE.-