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Los desembolsos de préstamos contratados por Chile con anterioridad a la iniciación de mi Gobierno, con agencias del sector publico de Estados Unidos, y que se encontraban entonces en ejecución, también se han suspendido. En consecuencia, tenemos que continuar la realización de los proyectos correspondientes, efectuando compras al contado en el mercado norteamericano, ya que, en plena marcha de las obras, es imposible reemplazar la fuente de las importaciones respectivas.

Para ello, se había previsto que el financiamiento proviniera de organismos del gobierno norteamericano.

Como resultado de acciones dirigidas en contra del comercio del cobre en los países de Europa Occidental, nuestras operaciones de corto plazo con bancos privados de ese Continente —basadas fundamentalmente en cobranzas de ventas de ese metal— se han entorpecido enormemente. Esto ha significado la no renovación de líneas de crédito por más de veinte millones de dólares; la suspensión de gestiones financieras que estaban a punto de concretarse por más de doscientos millones de dólares, y la creación de un clima que impide el manejo normal de nuestras compras en tales países, así como distorsiona agudamente todas nuestras actividades en el campo de las finanzas externas.

Esta asfixia financiera de proyecciones brutales, dadas las características de la economía chilena, se ha traducido en una severa limitación de nuestras posibilidades de abastecimiento de equipos, de repuestos, de insumos, de productos alimenticios, de medicamentos. Todos los chilenos estamos sufriendo las consecuencias de estas medidas, las que se proyectan en la vida diaria de cada ciudadano, y naturalmente, también, en la vida política interna.

Lo que he descrito significa que se ha desvirtuado la naturaleza de los organismos internacionales, cuya utilización como instrumentos de la política bilateral de cualquiera de sus países miembros, por poderoso que sea, es jurídica y moralmente inaceptable. ¡Significa presionar económicamente a un país débil! ¡Significa castigar a un pueblo por su decisión de recuperar sus recursos básicos! ¡Significa una forma premeditada de intervención en los asuntos internos de un país! ¡Esto es lo que denominamos insolencia imperialista!

Señores delegados, ustedes lo saben y no pueden dejar de recordarlo: todo esto ha sido repentinamente condenado por resoluciones de Naciones Unidas.

SIGUE.-