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En este Continente nuestro, en que todavía la legislación consagra la injusticia brutal para establecer desigualdades entre los hijos, señalando que los hay naturales legítimos e ilegítimos y qué satisfactorio es decirles como ya en Cuba se alcanzó el proceso de la construcción Socialista, ya nuestro país, que avanza por un proceso distinto a las características de la acción de Cuba, también hemos entregado al Congreso Nacional el proyecto de ley, que da igualdad de derecho a todos los hijos y que ampara a la madre soltera. (APLAUSOS).

Son estos procesos revolucionarios o esta revolución, la que va señalando, que no es el cambio económico, sólo lo que con premura obligada buscamos. No son los cambios estructurales los que imponen la premura en la realización, es también y paralelamente a ella (sabiendo que como consecuencia de esos cambios asegurara una existencia distinta y un valor humano diferente es cierto) la preocupación por la persona humana la que da las características a los procesos revolucionarios; es el humanismo contenido en la concepción Socialista.

Cuántos, con vulgar ignorancia frente a la concepción del materialismo histórico quieren negar el contenido humanista que tiene el Socialismo. Pero si buscamos la liberación de los pueblos, pero si queremos la paz, si queremos el diálogo y no la guerra, si queremos la cooperación y no la explotación para los pueblos, tenemos que empezar a comprender que queremos fundamentalmente para el ser humano, para la pareja humana, un cambio de su propia concepción de la vida, para que ella misma haga su propia revolución (APLAUSOS). Es la dimensión distinta, de valores diferentes, que por lo demás también alcanza a la obligación que tenemos de defender nuestro patrimonio que emerge de las raíces profundas de nuestra historia.

Somos pueblos deformados en lo económico, sometidos en lo político, aplastados en lo cultural, negando milenarias culturas, que le dieron el contenido superior de la capacidad de nuestros aborígenes que quieren erradicar, para ser reemplazadas por ficciones de cultura, en donde se busca, deformando la realidad, afianzar en ella el predominio de los grandes intereses foráneos.

GEA/mtzg.

SIGUE.-