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Cuando estos países señalan como obligadamente se desata toda la política reglamentista que obliga a invertir un porcentaje muy alto en adquirir pertrechos de guerra cuando en realidad la única guerra en la cual debemos y podemos participar es la guerra contra el hambre, la cesantía, la incultura, es la guerra por la dignidad nuestra, es la guerra por nosotros y nuestra hijos (APLAUSOS).

Como Chile entonces dentro de su propia realidad y dentro de las leyes nuestras las dictadas por los gobiernos anteriores, o modificando como en el caso del cobre nuestra Constitución sobre la base del Proyecto que el Ejecutivo enviara para hacer posible nuestra nacionalización de este mineral, destacando que en un Congreso donde el Gobierno que presido es una apreciable minoría, unanimidad de los congresales aprobaron la nacionalización del cobre, nuestra riqueza esencial.

Y no desde ese instante, desde antes como lo dijera ya, estaba la maraña de los intereses que teníamos que herir tratando de aprisionar a Chile a través del cerco económico, creando un clima artificial para que en escala mundial una información deformada diera también la deformada idea de lo que aquí acontece y aquí pasa.

¡Cuánto y cuánto se ha publicado para decir que aquí en Chile no hay democracia ni hay libertad!

Pocos países del mundo tienen una expresión más amplia que la democracia nuestra y la libertad nuestra en el concepto tradicional del régimen capitalista, porque no hemos alcanzado -y falta mucho- para obtener la plena democracia y la libertad auténtica que nace de la independencia económica y de la emancipación individual de la explotación del hombre por el hombre.

Sin embargo, estimadas compañeras y amigas el recorrido que hemos hecho ha ido marcando con el sello de un pueblo unido y conciente de su responsabilidad nuestra decisión de hacer que Chile sea dueño de su riqueza fundamental.

TAF/mtzg.

SIGUE.-