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MUY QUERIDAS COMPAÑERAS:

Es para mí un motivo de profunda satisfacción estar esta tarde con ustedes. Y cuando la patria vive horas duras y difíciles nada más reconfortante que remontarse al ayer a través de las palabras de Marta Melo y poder sentir la vigencia de la tradición heroica que emana de la actitud de nuestras mujeres a lo largo de nuestra historia. Y ustedes —como ella dijera— son herederas de esa noble decisión de servir, por sobre todo, a Chile y a su destino.

Por eso —repito— que para mí nada es más importante que estar con ustedes y sentir muy de cerca, la conciencia, la voluntad y la decisión que ustedes reflejan y que sé interpretan a millares y millares o centenares de millares de mujeres, que a lo largo de nuestra tierra, desde el norte árido hasta el sur gélido, desde la costa abrupta hasta la dura cordillera, tienen conciencia que en esta etapa Chile vive un segundo crucial de su destino.

¡Que importante es que cada mujer, así como cada hombre o cada joven, comprenda perfectamente bien la etapa histórica de la cual somos actores, pero de la cual es y será siempre el gran actor el conjunto de nosotros que es el pueblo!

Nuestro país en su proceso de sucesiva superación fue alcanzando un nivel que le diera a los combates, a la lucha cívica, un real y definido contenido.

Desde hace muchos años los sectores populares, que son vanguardias de la lucha emancipadora levantaron —ante la inquietante expectación de nuestras masas— las ideas cardinales de un programa destinado, esencialmente, a hacer de Chile un país dueño de su destino e independiente en lo económico.
TAF/sgm.

SIGUE.-